El Lipdub "Déjate llevar" es el spot oficial de la campaña #Inclúyete de DOWN ESPAÑA que conmemora el Día Mundial del Síndrome de Down (21 de marzo) en 2014. Está realizado en colaboración con la Fundación Aprocor de Madrid.
miércoles, 19 de marzo de 2014
Campaña #Inclúyete de DOWN ESPAÑA para el Día Mundial del Síndrome de Down 21 de Marzo
El Lipdub "Déjate llevar" es el spot oficial de la campaña #Inclúyete de DOWN ESPAÑA que conmemora el Día Mundial del Síndrome de Down (21 de marzo) en 2014. Está realizado en colaboración con la Fundación Aprocor de Madrid.
jueves, 13 de marzo de 2014
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No hay que dejar a un lado lo "diferente" o aquello que es difícil, sino buscar estrategias para lograrlo
«La parábola del invitado a cenar»
Esta historia la utiliza frecuentemente el profesor Pere Pujolàs Maset, de la Universidad de Vic en Cataluña, España, como marco de referencia para su análisis sobre la escuela inclusiva y el aprendizaje cooperativo.
«Un prohombre de una ciudad se encontró con un viejo conocido a quien no veía desde hacía mucho tiempo. El prohombre tenía previsto celebrar el día siguiente una cena con un grupo de amigos y amigas que también le conocían y que tampoco sabían nada de él desde hacía muchos años, y le invitó a cenar. El prohombre era buen cocinero y preparó una cena espléndida: entrantes variados, guisos de toda clase y un pastel con frutas confitadas. Todo regado con buenos vinos. El mismo día de la cena, cayó en la cuenta de que su viejo amigo –no recordaba demasiado bien el porqué- tenía que tener mucho cuidado con lo que comía y que seguramente nada de lo que había preparado con tanto cuidado le iría bien. Le telefoneó enseguida […] explicándole lo que pasaba, y le dijo que lo sentía mucho, que más valía que no fuera a la cena y que ya le avisaría cuando celebrara otra. Otro prohombre de la misma ciudad se encontró en la misma situación. También había preparado una cena espléndida para sus amigos y había invitado a un viejo conocido de todos con el que se había encontrado un par de días antes. La misma tarde de la cena, otro de los invitados le hizo caer en la cuenta de que, por si no se acordaba, el viejo amigo no podía comer de todo. El prohombre, que se había olvidado de ello, corrió a telefonear a su amigo para preguntarle si aún tenía el mismo problema y para decirle que no se preocupara, que fuera de todos modos, ya que le prepararía a él un plato de verdura y pescado a la plancha. Curiosamente, un tercer prohombre de la misma ciudad, también muy respetado, se encontró con un caso idéntico. Cuando ya lo tenía prácticamente todo a punto, se acordó de que aquel a quien había invitado a última hora […] tenía que seguir una dieta muy estricta. Entonces cambió el menú deprisa y corriendo: seleccionó algunos entrantes que también podía comer su viejo amigo, guardó los guisos en el congelador para otra ocasión e improvisó un segundo plato, también espléndido, pero que todo el mundo podía comer; también retocó el pastel, y en vez de fruta confitada le puso fruta natural. Llegada la hora de la cena, todos juntos comieron de los mismos platos que el anfitrión les ofreció».
«Un prohombre de una ciudad se encontró con un viejo conocido a quien no veía desde hacía mucho tiempo. El prohombre tenía previsto celebrar el día siguiente una cena con un grupo de amigos y amigas que también le conocían y que tampoco sabían nada de él desde hacía muchos años, y le invitó a cenar. El prohombre era buen cocinero y preparó una cena espléndida: entrantes variados, guisos de toda clase y un pastel con frutas confitadas. Todo regado con buenos vinos. El mismo día de la cena, cayó en la cuenta de que su viejo amigo –no recordaba demasiado bien el porqué- tenía que tener mucho cuidado con lo que comía y que seguramente nada de lo que había preparado con tanto cuidado le iría bien. Le telefoneó enseguida […] explicándole lo que pasaba, y le dijo que lo sentía mucho, que más valía que no fuera a la cena y que ya le avisaría cuando celebrara otra. Otro prohombre de la misma ciudad se encontró en la misma situación. También había preparado una cena espléndida para sus amigos y había invitado a un viejo conocido de todos con el que se había encontrado un par de días antes. La misma tarde de la cena, otro de los invitados le hizo caer en la cuenta de que, por si no se acordaba, el viejo amigo no podía comer de todo. El prohombre, que se había olvidado de ello, corrió a telefonear a su amigo para preguntarle si aún tenía el mismo problema y para decirle que no se preocupara, que fuera de todos modos, ya que le prepararía a él un plato de verdura y pescado a la plancha. Curiosamente, un tercer prohombre de la misma ciudad, también muy respetado, se encontró con un caso idéntico. Cuando ya lo tenía prácticamente todo a punto, se acordó de que aquel a quien había invitado a última hora […] tenía que seguir una dieta muy estricta. Entonces cambió el menú deprisa y corriendo: seleccionó algunos entrantes que también podía comer su viejo amigo, guardó los guisos en el congelador para otra ocasión e improvisó un segundo plato, también espléndido, pero que todo el mundo podía comer; también retocó el pastel, y en vez de fruta confitada le puso fruta natural. Llegada la hora de la cena, todos juntos comieron de los mismos platos que el anfitrión les ofreció».
lunes, 10 de marzo de 2014
"Cita" Asperger: La historia de Juan y Lucía.
Juan trabajaba como camarero en una cafetería del centro
de Madrid, el solo tenía 19 años pero no vivía como el resto de chicos de su
edad, no le gustaba salir de fiesta, ver el fútbol…él prefería quedarse en casa
escuchando música y leyendo libros de astronomía, la astronomía le apasionaba.
Cuando Juan tenía 6 años, el médico les dijo a sus padres que tenía algo
llamado asperger y que por eso a los ojos de todos Juan parecía un niño tan “especial”.
La cafetería de Juan estaba al lado de la
universidad donde Lucía estudiaba. Lucía era una chica de 18 años que iba todos
los días a desayunar a esa misma cafetería.
Juan se fijó en ella desde el primer día, Lucía
tenía algo que había llamado su atención, pero cada mañana a lo único que se
atrevía era a darla los buenos días y anotar lo que ella le pedía para
desayunar. El sabía que eso no podía seguir así, esa chica le gustaba
realmente, asi que comenzó a fijarse en los libros que Lucía dejaba siempre
sobre la mesa mientras desayunaba, de esta manera podría saber lo que estudiaba
y tener un tema de conversación para hablar con ella. Lucía estudiaba derecho,
asi que Juan comenzó a mirar en internet todo lo que podía encontrar sobre
leyes, pero le aburría tanto…teniendo sus libros de astronomía al lado no se
podía resistir. Aunque Juan aprendió algo sobre leyes para hablar con ella, no
terminaba de armarse de valor… ¿y si ella no estaba a gusto ante sus preguntas,
como iba a ser capaz de interpretar su cara si ella estaba incomoda? O ¿y si no
conseguía prestarla atención más de 5 minutos?, el derecho era tan aburrido…
Asi que Juan decidió pedirle ayuda a su amigo Jorge que siempre había sido un
“ligón”. Juan y Jorge eran amigos desde los 7 años, asi que Jorge había
aprendido a comprender a Juan a la perfección.
Jorge le dijo a Juan que empezara por el tema que él
se había preparado, el derecho, que no la aburriera contándole todas las leyes
que se había aprendido de carrerilla, que simplemente la preguntara que
estudiaba, si estaba contenta, si le gustaba, si era su primer año…siempre con
una sonrisa en la cara, y que si veía que ella le respondía de la misma forma
podría preguntarla su nombre y presentarse él mismo. Por el contrario si notaba
que Lucía cortaba la conversación, estaba sería y era fría en sus respuestas,
que simplemente se despidiera de forma educada y como se suele decir “a otra
cosa mariposa”. Pero cuál fue la sorpresa de Juan cuando Lucía, roja como un
tomate y con una sonrisa de oreja a oreja empezó a hablar y hablar sin casi
dejarle intervenir, Juan la miraba con los ojos abiertos como “platos”
intentando no perder el hilo de la conversación, asi que cuando Lucía terminó lo
único que Juan supo decir fue “vaya, me has dejado sin palabras”, los dos
soltaron una carcajada y siguieron hablando unos minutos más sobre los estudios
de Lucía y el trabajo de Juan.
Los días siguientes Juan se sentía tan contento y
seguro de sí mismo, que cada día pensaba nuevas preguntas y temas de
conversación de los que pode hablar con Lucía, y hablando y hablando se dieron
cuenta de que tenían muchas cosas en común, a los dos les encantaba la naturaleza,
los animales, y a Lucía le fascinaba todo lo que Juan le contaba sobre
astronomía.
Cada día Juan le contaba a Jorge como iban las cosas
con Lucía, Jorge al ver a su amigo tan “lanzado” le animó a tener un pequeño
detalle con ella, como invitarla a su desayuno favorito, pero Jorge conocía a
su amigo y sabía que a veces se podía ofender fácilmente, asi que le advirtió que
si Lucía no aceptaba el detalle debería de aceptarlo aunque le sentara mal, no
debía insistir, ponerse pesado, ni contestarla con malas palabras, simplemente
decirla que su intención solo había sido tener un detalle y disculparse por si
la había ofendido en algo. Asi que al día siguiente antes de que Lucía llegara,
Juan ya tenía preparado su desayuno favorito, un café y un croissant, además se
había pasado toda la tarde anterior ensayando la frase que le diría, poco
original, pero él se sentía muy seguro con esas tres palabras. Por fin llegó
Lucía, se dieron los buenos días como hacían todas las mañanas, Lucía se quedó
mirando el desayuno preparado encima de la barra y Juan dijo “invita la casa”,
ella le dio las gracias con una gran sonrisa, asi que Juan en un arranque de
valentía le preguntó que si le apetecía dar un paseo por El Retiro ese fin de
semana, ya que a los dos les encantaba la naturaleza. Lucia se sentía muy a
gusto con Juan, asi que la única respuesta que se le ocurrió darle fue un sí.
Durante el paseo por El Retiro Juan intentó seguir
todos los consejos que su amigo Jorge le había dado la noche anterior. Intentó
no hablar solo de su tema favorito (la astronomía), y preguntarla por temas que
él había aprendido, durante sus charlas en la cafetería, que a ella le
gustaban, de esta forma dejaría que ella también hablara, aunque no era difícil
porque hablaba “por los codos”, asi que Juan tenía que hacer un gran esfuerzo
por atenderla y no distraerse e irse a su “mundo”. Juan estaba todo el rato pendiente
de los gestos que Lucía hacía, si sonreía, si se ponía seria…para intentar
adivinar si lo estaba pasando bien o se aburría. Lucía tenía la costumbre de
llamarle “tontito”, por supuesto que de una manera cariñosa, pero la primera
vez que eso le pasó en la cafetería, Juan reaccionó de una manera un poco
antipática, menos mal que esta vez estaba prevenido, su amigo Jorge le había
explicado que algunas chicas son así cuando les gusta un chico, y usan
expresiones como “tontito”, asi que Juan había aprendido a tomárselo casi como
un alago, ya que eso significaba que Lucía estaba interesada en él. Como Jorge
sabía que su amigo tenía una especie de “obsesión” por los horarios, antes de
la cita le quitó el reloj y le dijo que se olvidara de la hora, que no se
impacientara y disfrutara de su cita con Lucía, y aunque Juan estaba un poco
intranquilo hizo un esfuerzo por conseguirlo.
Cuando la cita acabó, Juan vio a Lucía con una gran
sonrisa en la cara, asi que se preguntó ¿Por qué no pedirle otra cita?, pero
antes de que le diera tiempo, Lucía se le adelantó. ¡Estaba tan emocionado! ¡La
chica que le gustaba le había pedido una cita! Esa noche Juan durmió con una
sonrisa enorme en la cara.
Hoy Juan y Lucia siguen conociéndose. Lucia conoce
la situación de Juan, sabe que padece asperger, lo que le hace valorar aun mas
su amistad al saber el gran esfuerzo que hizo por acercarse a ella, quizás sea
pronto, pero quién sabe si con el tiempo esa amistad podrá convertirse en algo
más…CONTINUARÁ.
Miriam García
Laura García
Álvaro García
Clara Gómez
Alba González
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